Brechas de género en la jubilación, un problema latente en Bolivia

Brechas de género en la jubilación, un problema latente en Bolivia
Año : 2019
Autor/es : Alejandra Terán Orsini

Bolivia es un país caracterizado por tener un sistema de jubilación de capitalización individual donde la pensión que recibe la persona mediante el pilar contributivo está fuertemente ligada a su carrera laboral. Se podría esperar que este tipo de sistema tenga un efecto negativo sobre la brecha de género en la cobertura en la jubilación en desmedro de la población femenina cuando esta está en edad de jubilarse y, asimismo, en la brecha del monto de pensión percibido si es que la persona se llega a jubilar. Estos resultados se dan por el hecho de que muchas desigualdades del mercado laboral se traspasan de manera directa al sistema de pensiones.  

 

Haciendo un análisis del mercado laboral, diversos estudios afirman que el aumento de la proporción de mujeres en el mercado laboral ha sido uno de los fenómenos más sobresalientes de la región en el último siglo, sin embargo, Bolivia aún tiene una significativa brecha de género en su mercado para el año 2017, incluyendo la tasa de participación, en la que hay aún una diferencia de alrededor del 20 [1] entre hombres y mujeres[2]. En cuanto a las remuneraciones laborales mensuales las mujeres reciben en promedio un 25% menos que los varones y la tasa de desempleo que muestra ser más alta para este grupo. Por otro lado, las estadísticas y muchos estudios también muestran que las mujeres están insertas en mayor proporción que los hombres en segmentos laborales de baja calidad y/o de baja productividad como ser la informalidad (Landa et al., 2007; Muriel, 2005) y, asimismo, pueden las mujeres pueden estar sujetas a discriminación salarial.

 

Además, hay que resaltar que las mujeres se ven perjudicadas por las interrupciones laborales a lo largo de la vida ligados a roles tradicionales de género que hacen que ellas se encarguen de las tareas del hogar y de los hijos.  Esto genera que dejen o interrumpan sus carreras laborales y, por ende, sus aportes. Si es que las mujeres no dejan de trabajar ellas buscan normalmente jornadas de medio tiempo por la requerida flexibilidad laboral ligada a sus roles.  Este último fenómeno genera menores remuneraciones laborales y quizás empleos que no están ligados a la seguridad social, como ser la informalidad.

 

El resultado de muchas de estas desigualdades y características experimentadas en el mercado laboral tienen efectos sobre la jubilación de las mujeres, en primer lugar, un menor acceso a ésta por el pilar contributivo debido a su menor participación laboral, mayores interrupciones en su carrera, categoría ocupacional, entre otras; condiciones que causarían una cantidad insuficiente de aportes (y menor a la de los hombres) lo que no dejaría que cumplan los requisitos para la jubilación. Por otro lado, si es que la mujer accediera a la jubilación cumpliendo los requisitos del sistema, el resultado sería con un ahorro menor al de los hombres y, por ende, una menor pensión. Esto último, se debería a las desigualdades en las remuneraciones, que tienen una estrecha relación con el ahorro que se pueda obtener ya que el monto aportado a la AFP es un porcentaje del ingreso laboral obtenido mensual.

 

Teniendo este panorama en el ámbito laboral, ¿Cómo estamos en Bolivia en cuanto a la jubilación? A pesar de que hoy existe una política de género (la cual tiene muchas contraluces) en el sistema de pensiones y además un pilar semi contributivo que intenta ayudar a jubilarse a aquellas personas que tienen pocas contribuciones, las estadísticas muestran resultados desfavorables para la población femenina.

 

Según datos calculados con las Encuestas de Hogares (2017) elaboradas por el Instituto Nacional de Estadísticas de Bolivia (INE), de las rentas percibidas por jubilación mensualmente, las mujeres reciben un 10% menos que la renta de los hombres[3]. Sin embargo, analizando las tendencias, la brecha se ha mantenido amplia básicamente hasta el año 2016 (20%), siendo el 2017 un año donde las diferencias se reducen. Como sugieren algunos expertos, los avances sociales hasta la fecha podrían revertirse (Wanderley, 2018), es bajo esta hipótesis que se puede prever que las desigualdades en el monto de la jubilación podrían volver a ampliarse en próximos años de no mantenerse ciertas condiciones. Si bien se percibe una desigualdad en el monto en la renta, también existe una brecha significativa en el acceso a la jubilación como tal, siendo un 74% de los jubilados del sexo masculino y un 26% de la población femenina. Analizando por separado, los datos muestran que tan solo un 15%[4] de los hombres adultos mayores recibe jubilación propia, mientras que la situación es más crítica para las mujeres, donde solamente el 9% recibe una renta de jubilación de sus aportes.

 

Al tener una cobertura tan baja mediante el pilar contributivo las mujeres son beneficiarias en mayor medida que los varones de la pensión de vejez conocida como la “Renta Dignidad” que proviene del pilar no contributivo. Si bien la Renta Dignidad es un alivio para las mujeres y todas las personas que no acceden a una jubilación propia, es muy relevante entender que las personas tienen un derecho a la autonomía económica más allá de una asistencial.

 

Por otro lado, hay que poner sobre la mesa el hecho de que la población femenina tiene una mayor esperanza de vida que la población masculina, por lo que la situación es crítica conociendo la tan baja cobertura que tiene el sistema hoy en Bolivia. Al tener las mujeres un acceso tan limitado a la jubilación, su ingreso sustancial para vivir sería principalmente el de la Renta Dignidad, quizás alguna herencia, renta de viudez y/o viviría del cuidado familiar. Este contexto puede poner a la mujer en una situación de vulnerabilidad, e incluso la pobreza cuando esta envejezca, situación que no es trivial.

 

Se debe resaltar, que la seguridad social de largo plazo es un derecho que ha sido reconocido en la Declaración Universal de Derechos Humanos y también por la constitución política del Estado del país. Sin embargo, reconociendo la relevancia de este tema, muchas personas siguen sin acceder a una jubilación digna por derecho propio y con sus propias contribuciones. Como muestran los datos, este es el caso en especial de las mujeres bolivianas, quienes en general tienen trayectorias laborales intermitentes, condiciones precarias en el trabajo y salarios que no les permiten generar ahorros suficientes para tener una buena jubilación.

En definitiva, las mujeres que se insertan en los mercados trabajan igual o más que los varones (remunerada y no remuneradamente), pero reciben menos ingresos y reconocimiento a la hora de jubilarse. Otras mujeres trabajan menos horas o directamente no trabajan por dedicarse al trabajo no remunerado en el hogar, la situación de éstas al momento de jubilarse llega a ser aún más precaria.

Estas desigualdades no se solucionan solamente con una mayor participación en el mundo asalariado[5], sino que requiere de un reconocimiento social y monetario del trabajo no remunerado, como también una participación más equitativa entre hombres y mujeres en las labores de crianza, cuidado de personas y responsabilidades domésticas. Es bajo este marco, que las mujeres podrían tener una mejor inserción laboral y mejores resultados al momento de jubilarse.  

Por otro lado, los diseños de los sistemas de jubilación pueden llegar a amplificar o reducir estas brechas, como, por ejemplo, con la edad diferenciada al momento de jubilarse que no permite que las mujeres lleguen a su potencial de ingresos en su vida laboral, lo cual perjudicaría a su monto de jubilación. En este sentido, las políticas, deberían tomar en cuenta estos factores buscando no generar efectos contrarios a los que se buscan y, asimismo, ir acompañadas de políticas en el mercado laboral que contemplen sus dinámicas propias, como ser la informalidad.

Referencias bibliográficas

Landa, F., y Yanez, P. (2008). Informe Especial: La Informalidad en el Mercado Laboral Urbano: 1996-2006. UDAPE, La Paz.

 

Muriel, H. B. (2005). Female labor market conditions in urban Bolivia. Maestrías para el Desarrollo, Universidad Católica Boliviana “San Pablo”, Working Paper3, 2005.

Wanderley, F. (2018). Bolivia: Los Avances Sociales y Laborales en el Periodo de Boom Económico y los Desafíos con el Fin de la Bonanza (No. 2/2018).

 

 

[1] Tomando en cuenta la Tasa Global de Participación.

 

[2] Datos y resultados obtenidos de las Encuestas de Hogares del año 2017 para el área urbana de Bolivia. 

 

[3] La renta real por jubilación que reciben en promedio las mujeres mensualmente representa un monto de 1523 Bs. y el de los hombres un monto de 1676 Bs.

 

[4] Este dato merece ser analizado, al mostrar que, si bien la cobertura de jubilación para los hombres es mayor al de las mujeres, el porcentaje muestra cubrir a muy poca población masculina.

 

[5] Caracterizado normalmente por contar con beneficios sociales, como ser la afiliación y aportes a las AFPs.

 



Omar Bautista
Con los montos de jubilación tan bajos, es mejor no aportar a las AFPs y mas bien ahorrar de manera privada el dinero para pasar una vejez medianamente digna.

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