Ayn Rand (1905 – 1982)

Llegué a Ayn Rand y al objetivismo en la etapa madura de mi vida, una etapa en la que mi estructura de valores, mi código de ética y mi credo, ya habían sido tallados por Adam Smith, Ludwig von Mises y Friedrich A. Hayek, en esencia, a los que podría completar con John Locke, Alexis de Tocqueville, Milton Friedman y Karl Popper, para citar a quienes retorno cuando necesito recuperar la esperanza de que siempre es posible ir al encuentro de un mundo mejor. Si habría tenido la oportunidad de conocer la obra de Ayn Rand en mis años de juventud, en mis años de formación, seguramente habría podido dirigir mis actos con mayor destreza e inteligencia, ello es lo que me impulsa a escribir este breve ensayo, con la esperanza de que mis jóvenes estudiantes tengan la oportunidad que yo no tuve. Es, en ese sentido, una invitación a leer a Ayn Rand.  

Escribir sobre filosofía para un economista es, en el mejor de los casos, aventurado, pero creo una obligación de quienes creemos en la libertad y en el hombre, transmitir a las nuevas generaciones una señal de esperanza, así la tarea exceda la dotación de nuestros medios y aptitudes. En palabras de Ayn Rand este trabajo no sería otra cosa que un recordatorio de que por más dura que sea la batalla por nuestras libertades, debemos estar concientes de que es posible vencer.  

El objetivo de este ensayo es brindar alternativas. Mostrar opciones, que en un mundo donde cada instante de nuestras vidas debemos elegir, supone, al final de la jornada, la creación de un sistema de valores que habremos elegido para gobernar nuestras vidas. Un sistema de valores que nos permita optar por los pensamientos que podemos pensar y, fundamentalmente, optar por las acciones que debamos realizar o, si se prefiere, un código de ética  que nos sirva como criterio demarcativo para  lo que no debemos hacer.